Un lenguje total es un recital-concierto basado en mis poemas y mis poetas, autores bien conocidos como Juan de Yepes, Gabriel Celaya, Ferreira Gullar o Federico Gª Lorca.
El título del espectáculo, tomado de un verso de Rafael Alberti, alude a la fusión sobre el escenario de dos medios expresivos que en su origen fueron uno solo: poesía y música.
Son ya un buen número de años los que llevo participando en recitales poéticos individuales y colectivos. Siempre me ha espoleado un doble interés: por un lado, poner la poesía al alcance de la mano (y del resto de los sentidos), es decir, recuperarla de ese lugar común que la mantiene distante, ensimismada y del todo ajena al común de los mortales; por otro y como consecuencia de lo anterior, promover el acercamiento de medios y procedimientos diversos en la prosecución de ese “lenguaje total” con que Alberti identifica la creación poética.
El lugar que reclamo para la poesía es el del sublime cotidiano, el día a día reconocible, la realidad constatable dentro de una formulación precisa, que nos ayude a superar la mudez y perplejidad a que nos aboca el signo de los tiempos. Con tal fin elaboro espectáculos poéticos que integran distintas disciplinas artísticas, elementos escénicos y tecnológicos.
La experiencia me ha permitido constatar que, entre otros recursos, la música constituye el elemento estrella. Quizá porque en su origen poesía y música fueron la misma cosa resulta innegable que tradicionalmente la música se ha erigido en el vehículo idóneo para la poesía.
El título del espectáculo, tomado de un verso de Rafael Alberti, alude a la fusión sobre el escenario de dos medios expresivos que en su origen fueron uno solo: poesía y música.
Son ya un buen número de años los que llevo participando en recitales poéticos individuales y colectivos. Siempre me ha espoleado un doble interés: por un lado, poner la poesía al alcance de la mano (y del resto de los sentidos), es decir, recuperarla de ese lugar común que la mantiene distante, ensimismada y del todo ajena al común de los mortales; por otro y como consecuencia de lo anterior, promover el acercamiento de medios y procedimientos diversos en la prosecución de ese “lenguaje total” con que Alberti identifica la creación poética.
El lugar que reclamo para la poesía es el del sublime cotidiano, el día a día reconocible, la realidad constatable dentro de una formulación precisa, que nos ayude a superar la mudez y perplejidad a que nos aboca el signo de los tiempos. Con tal fin elaboro espectáculos poéticos que integran distintas disciplinas artísticas, elementos escénicos y tecnológicos.
La experiencia me ha permitido constatar que, entre otros recursos, la música constituye el elemento estrella. Quizá porque en su origen poesía y música fueron la misma cosa resulta innegable que tradicionalmente la música se ha erigido en el vehículo idóneo para la poesía.
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